Crónica Babia Sherpa Tour 2016

 


Este pasado finde fue la Babia Sherpa Tour, en la que Juan y Yo participamos con la casi exclusiva intención de pasárnoslo bien; él como corredor y yo como sherpa...y biógrafo, así que la crónica textual esta vez es cosa mía.

El sábado 18 de Junio recojo a Juan en el trabajo, y ponemos rumbo al Himalay…, a San Emiliano, en Babia, León. Lo primero es recoger los dorsales y el resto de material (cuyo destino como sabéis era la Rifa Solidaria), y después comimos, nos preparamos, nos encontramos con Pepe y David con quienes comentamos una supuesta futurible participación globera (guiño-guiño). La mochila va cogiendo forma...y peso; menos mal que el DORSAL 32 es ligero pero poderoso.

Cogemos el primer bus hacia Huergas de Babia, allí un café para hacer tiempo y terminar de atar todo en la mochila, lo que nos provoca cada vez más risas, pero la mía como porteador cada vez es más forzada: estimamos 15 kg.

Y a las 18:00 el equipo de “La vida con una sonrisa” comienza la aventura. Primero Juan y el resto de corredores comienzan a correr, y 15 minutos después salimos los mochilos. Hace solete a ratos, nubladillo otros, pero para ser Junio, hace una temperatura muy buena para correr/andar en manga corta por la montaña.


Los primeros kms míos son por camino rural llano, fácil, rápido… y a los 3 km aparecen los primeros síntomas de bojas: “¡a que esto va a ser por los calcetines supuestamente buenos…! Con los baratos no me pasa”. Un poco más allá el terreno empieza a subir en una larga, laarga,... laaaaaarga cuesta en la que tanto las bojas como el peso de la mochila crecen o parecen hacerlo. Los primeros pensamientos de “por lo menos el paisaje es una pasada” comienzan a aflorar.

Juan a su vez trotaba cual gacela por Babia, y al rato llegó a una pared, en la que dejó de ser gacela para pasar a ser cabra, echando incluso las manos para trepar. Es posiblemente la vez que más en riesgo ha podido estar en lo que lleva de competiciones. Y la posterior bajada por la escombrera…, debía de parecer una mezcla de la Niña del Exorcista y un cangrejo, bajando a cuatro patas boca arriba. Pero es que ese cuestón acojonaba sólo de verlo. Y además con mucha piedra suelta. “¡Morrillazuuuuu!!!


Por cierto, esa escombrera terminaba en la laguna de las Verdes, donde supuestamente deberíamos de haber acampado, pero el terreno estaba demasiado húmedo por las lluvias de días atrás, y la organización preparó otro prado...2 km más lejos! Ese tramo entonces ya lo hicimos juntos corredores y sherpas. Y a escasos 200m de la llegada, Juan me dio alcance. “¿Pero todavía estás aquí? Debería de estar ya la tienda montada, que pa eso te pago!!!

Buscamos un lugar seco para plantar la tienda, algo minúscula pero suficiente para nosotros. Empieza a refrescar y nos damos prisa a cenar el bocata (con su correspondiente cerveza; no podía faltar tan maravilloso brebaje) para no perder miembros por congelación; el saco y unos maravillosos cafés autocalentables nos esperan.



El terreno mojado y mis ampollas no nos invitan a estar por la noche de farra, así que nos metemos en la tienda a no pasar frío y charlar mientras de fondo suenan los greatest hits del acordeón que la organización llevó (Paquito Chocolatero incluido). Dormimos como y lo que podemos, y la preciosa imagen de la luz lunar contra las montañas se la quedó Juan durante un pis nocturno; me podía haber avisado (no para el pis, sino para disfrutar del paisaje).

Al día siguiente es inevitable madrugar, y mejor, porque así recogemos y desayunamos con calma…, bueno, no con tanta calma: las vacas dueñas de aquel prado vinieron a reclamar su territorio, y encabritadas se acercaban un poco demasiao a tiendas y campistas, y para quien no está acostumbrado a cuernos, tenerlos tan cerca puede resultar un poco tenso. Finalmente nada ocurrió, todos tan contentos, y ya podía ser así siempre que hombre y bovino se encuentran frente a frente.

Juan comienza su etapa ya en subida, sin calentar ni ná. Hablando de vacas, a mí “me pilló el toro”, terminando de atar unos bártulos, y salgo en el vagón de cola de los sherpas. Los primeros metros son en fila india por senderos estrechos, lo que hace que no se pueda adelantar y…, y excusas!: los pies heridos no me permiten ir fuerte y adelantar muchas posiciones, y voy avanzando como puedo, sin prisa pero sin pausa.

Los últimos 11 km son favorables y comunes para corredores y sherpas. En este caso Juan ya había pasado por delante de mí y no le quedó otra que esperarme en meta. Alguna boja más y también rozaduras (qué coño me pasa en las pruebas, si cuando salgo a entrenar nunca tengo nada!) hacen que cuanto más avanzo más pienso “al menos el paisaje es precioso, sigue mereciendo la pena”.


JORGEEEEE, POR LOS CONOOOOSSSS!!!”, me grita Juan y alguna persona más cuando entro en el polideportivo de San Emiliano y ciego por intentar conseguir aun medalla (guiño-guiño), atajo sin darme cuenta en lugar de ir por el camino marcado. Pues sí, amigos, al final me quedé sin medalla! Y Juan también, pero como dije al principio, esa no era nuestra intención, sino pasárnoslo bien y disfrutar de la experiencia y el entorno: OBJETIVO CONSEGUIDO!!!

…..


Bueno, aun no estaba del todo conseguido: faltaba recoger, volver para Avilés, ducharse…, y finalmente dar buena cuenta del Cachopo de Finishers. Ahora sí: OBJETIVO CONSEGUIDO!!! ¡Ah! Se me olvidaba... muchas gracias al "MIRADOR DE BABIA" por ser nuestro "padrino" en la prueba. Una casa rural con encanto en un sitio mágico.


Algunos datos técnicos:
1º día : 13,5km para el corredor, 10,3km para el sherpa
2º día : 15,6km para el corredor, 14,3km para el sherpa
Clasificación : ¿estando en época de elecciones, de verdad os interesa más nuestra clasificación? Es posible que sí, pero no es un dato trascendente...

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